En Salamanca hay uno de los láseres más potentes del mundo y que atrae la mirada de investigadores de todo el mundo. Es capaz de disparar un petavatio y se utiliza para oncología y ablación de metales.
En un edificio abandonado de Salamanca que iba a ser destinado a ser un centro de estudio del jamón, se levanta el centro de láseres pulsados. Se tardó don años en conseguir la construcción del láser, más otros dos en conseguir las condiciones para que funcionara. Es un tres en uno, ya que hay tres láseres de distintas potencias: el VEGA 1, el VEGA 2 y el VEGA 3, joya de la corona y uno de los pocos en el mundo capaz de disparar un petavatio, o lo que es lo mismo, mil millones de millones de vatios (en número, 1.000.000.000.000.000 vatios). Si no se le dan bien las matemáticas, aquí va una comparación: «La red eléctrica española son unos 40 gigavatios… y después vienen los teravatios y los petavatios. Un petavatio puede ser 3.000 veces la potencia de la red eléctrica española».

Los láseres se encuentran en el subterráneo. Tiene cierto aspecto de almacén y puesto de seguridad, con pantallas y espacio para que los investigadores dejen sus equipos. Si se observa bien, se verán 3 botones: son los que hay que presionar para producir el disparo del petavatio y que corresponden cada uno a un responsable diferente: el investigador interno, el externo y el encargado de seguridad. En otro pasillo cercano se encuentra el equipo de refrigeración, repleto de mangueras y canelones.

El sistema láser, está en una sala blanca de otro edificio, aunque parezca el mismo. Y el llamado «búnker» está formado por bloques de hormigón aislados con losas antivibración. Lo más mínimo podría provocar cambiar la dirección del haz de luz y provocar el desajuste del dispositivo. Tanto es así que, su laberinto de espejos y cristales, las redes de difracción que comprimen el pulso provoca que no hablemos por temor a que la saliva perturbe el viaje de la luz. No se puede fotografiar. Cada uno de los cristales de titanio-zafiro, vale unos 150.000 euros. Hay mesas ópticas, cámaras de vacío y compresores que parecen cámaras de criogenización de las típicas películas de ciencia ficción y que aguantarían el peso de un elefante o una ballena.
Hay que equiparse con batas y demás equipamiento para protegerse de la radiación. Aunque es infrarrojo, por su elevada potencia se considera una instalación radioactiva.

Estamos seguros que muy pocos conocían estas instalaciones, y su repercusión científica mundial. Esperamos que les haya gustado y no olviden compartirlo con todos sus contactos.