Gracias a la Revolución Industrial la arquitectura sufre grandes cambios en la segunda mitad del siglo XIX, con la aparición de nuevos materiales de construcción, como el hierro, el acero laminado, el hormigón armado o el vidrio. Con estos se construirán nuevos espacios surgidos de las necesidades de la nueva sociedad capitalista e industrial, donde se necesitan grandes espacios diáfanos, invernaderos, mercados, naves de fábricas, puentes, bibliotecas, etc…
Muchos arquitectos seguirán utilizando los materiales tradicionales debido a su reticencia a que los nuevos materiales entraran a formar parte de las construcción de la época. Surge así la polémica y el debate entre arquitectos e ingenieros, a los cuales al principio no se les consideró dignos para la edificación arquitectónica.

La biblioteca de Santa Genoveva en París fue la primera estructura metálica que iba desde sus cimientos hasta su cubierta. Es un edificio de estilo renacentista. La utilización de los nuevos materiales se difundió gracias a la celebración de las exposiciones Universales, que eran eventos que organizaban los distintos estados para mostrar los avances de la ciencia y la técnica de cada país. Para albergar las máquinas y los nuevos inventos se necesitaban pabellones de grandes dimensiones. Son los mejores exponentes de la arquitectura del hierro.
Algunos otros ejemplos de edificios de este tipo son:
- El Palacio de Cristal en Londres.
- La Galería de Máquinas de París.
- La Torre Eiffel de París.
- La Estación de Atocha.
- El Palacio de cristal del Retiro en Madrid.
El hierro permitirá la aparición de rascacielos, los primeros de ellos en Chicago, con carácter comercial, siendo su mejor representante Sullivan. Las posibilidades arquitectónicas del hierro anuncian el racionalismo, que será el estilo arquitectónico del siglo XX.
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